6 de octubre de 2007

Celebrando la obra de una vecina escritora

Apuntes a propósito de la novela Apenas 10, de Marisa Silva Shultze

La plaza de los Olímpicos
entró en la literatura urbana

  • Entre Malvín y Buceo emerge una nueva identidad montevideana, el entorno de la Plaza de los Olímpicos, “un barrio dedicado al fútbol" y a la música

Por Julio J. Scavino

El barrio sus calles, su cercanía a la costa montevideana y los servicios que hacen a la cotidianeidad de la vida de quienes viven en la plaza de los Olímpicos y su entorno son el escenario en el que ocurren cosas que cambiarán radicalmente la vida de los “Apenas diez” personajes de una novela en la que están comprendidos todos los uruguayos.
Algunos personajes de
la nueva novela de Marisa Silva Schultze -"Apenas diez"- son parte de nuestro diario vivir.

La Plaza de los Olímpicos. El sendero que suben los niños
llevan a la calle donde vivieron los escritores
Carlos Martínez Moreno y Marisa Silva Schultze.
(Foto tomada del sitio web www.skyscrapercity.com)

En esta novela, la tercera que escribe Silva Schultze (Montevideo, 1956), la escritora y vecina se instaló en las existencias concretas de un puñado de orientales que en la década de 1990, enfrentó algunos hechos familiares que los obligó a replantearse los vivido, lo dicho y lo no dicho acerca de aquellos hechos. Tendrán que mirar de frente algun0s tabúes que aún cuestan abordar al conjunto del país, y en particular a quienes tienen sensibilidades de izquierda.
La resistencia a la tortura, la delación entre compañeros y el cuestionamiento al “heroísmo” son algunos de los tabúes que
desde la ficción aborda “Apenas 10” (Santillana, 2006), lo que no disminuye un ápice el valor reflexivo y motivador de la novela.
Y la novela transcurre en un barrio de Montevideo.

El equipo de fútbol de Uruguay, que se consagró campeón Olímpico el 9
de junio de 1924. La foto está en el Museo del Fútbol fuente: sitio web de la BBC.

Los personajes de “Apenas diez” caminan entre Malvín y Buceo y contribuyen a dar forma a una nueva identidad montevideana que no es ni una ni otra. Se trata del entorno de la Plaza de los Olímpicos, “un barrio dedicado al fútbol: panadería Maracaná, plaza de los Olímpicos, 9 de junio, Ámsterdam, Colombes”. Los personajes de la novela, para los que la música es algo importante en sus vidas, no deja de observar la presencia de cultores de ese arte en los nombres de las calles.
El barrio donde ocurre la novela recuerda a Giuseppe Verdi, más hacia el Buceo a Gaetano Donizetti y más hacia avenida Italia a Dalmiro Costa, un uruguayo de quién se da una referencia que no muchos conocen. La vida relatada en la novela sucede en Rivera y Colombes, bajando a la rambla por Comercio o caminando por Dalmiro Costa.
Algunos personajes siguen el campeonato federal de básquetbol a través de Unión Atlética, van a la feria, al supermercado y conviven en la ficción con un par de personajes que aun dan vueltas por la plaza de los Olímpicos.
El barrio, sus calles, su cercanía a la costa montevideana y los servicios que hacen a la cotidianeidad de la vida de quienes viven en él son el entorno en el que ocurrieron cosas que cambiarradicalmente la vida de los personajes.
El eco de historias que fueron contadas, casi susurradas, está presente en una zona Montevideo donde la violencia y la represión de los años 70 y 80 se sintieron intensamente.

Al ubicarse en ese entorno, Silva Schultze habla de su vida.
Además de ser parte de la generación que militó convencida por un revolución que diera lugar a una sociedad más justa y que padeció la dictadura, Silva Schultze vivió gran parte de su vida en un apartamento de la calle Verdi a pocos metros la plaza de los Olímpicos.
Entre las muchas cosas que ocurrieron en el barrio en los años de la violencia,
Marisa Silva seguramente se sobresaltó con las bombas de alquitrán que explotaron en la casa del abogado y escritor Carlos Martínez Moreno. El autor de “El color que el infierno me escondiera” (1981) vivió en la misma calle pero en la otra acera.

Narrativa e identidad

Leerse, verse, escucharse, hace a la conformación de identidades y de culturas de las que personas concretas en entornos concretos van creando y al mismo tiempo haciendo suyas.
Inspirado en la idea de Oscar Wilde de que la vida imita al arte, Juan Carlos Onetti, como “Perquito el Aguador” señalaba la necesidad de que “nuestros literatos miren alrededor suyo y hablen de ellos y su experiencia. Que acepten la tarea de mostrarnos cómo es el alma de la ciudad. Es indudable que si lo hacen con talento, muy pronto Montevideo y sus pobladores se parecerán de manera asombrosa a lo que ellos escriban” (Marcha, 25 de agosto de 1939).

La Plaza de los Olímpicos. Vista desde la calle Colombes, a la que corta.
Sobre la derecha se vela calle 9 de junio.
(Foto tomada del sitio web www.skyscrapercity.com)

La literatura urbana en Montevideo tiene dos referencias principales en la narrativa de José Pedro Bellán y en la poesía de Juan Parra del Riego, a quienes Angel Rama señala como “fundadores de esta corriente literaria”, entre 1910 y 1925.
Rama da cuenta de estos datos en su ensayo “Origen de un novelista y de una generación literaria”, texto que complementó la edición que hizo la editorial Arca de El Pozo, en diciembre de 1965.
Esa zona de Montevideo que no es ni Buceo ni Malvín, que está íntimamente entrelazada a ellas pero tiene su propio perfil, la plaza de los Olímpicos, no tenía lugar en la literatura urbana montevideana. Gracias a “Apenas diez”, ahora lo tiene.

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