7 de agosto de 2008

El barrio en la prensa

Una nota para pensar.
La publicó "El Observador", el martes 5 de agosto de 2008.
La transcribimos por considerarla de gran interés. Vale la pena leerla.
Estudio del Ministerio del Interior revela que los ricos
desdeñan y temen a los pobres, y los pobres se defienden de los marginados

Malvín: un barrio modelo de la clase
media donde se pasean los prejuicios
La convivencia entre los habitantes del sur y los del norte se ha tornado muy compleja


POR LEONARDO PEREYRA
DE LA REDACCIÓN DE EL OBSERVADOR

Es cosa sabida que la brecha que separa a los más pobres de los más ricos recorre toda Montevideo repartiendo su violencia social, económica y delictiva. Pero en el amable barrio de Malvín el fenómeno fue estudiado con rigurosidad y las conclusiones son desoladoras.
Gente de clase media con un pasado cooperativista que ahora se encierra en sus viviendas de ayuda mutua para no vérselas con los pobres. Pobres que se parapetan en sus edificios del Banco Hipotecario para defenderse de los marginados. Marginados que se mezclan con pobres y con jóvenes de clase alta en liceos que, en lugar de propiciar la integración, se convierten en lugares peligrosos, en objetos extraños repudiados por los vecinos.

Sol y playa: Un Malvín opulento que parece ajeno a la violencia y a la discriminación

Malvín es, o ha sido, una barriada tradicional con códigos propios de un Uruguay que ya no es ni será. Un lugar al que se lo vincula con movidas jóvenes pero que tiene una población mayormente veterana.
Un antiguo y tranquilo balneario que se ha convertido en una muestra de cómo la sociedad está generando una violencia cuya raíz no es sencilla de ubicar. Esa violencia está en los delincuentes que visitan el barrio, pero también en el vecino para quien todo forastero es un sospechoso mas o menos despreciable.
En un intento por entender estos asuntos no solo desde la mirada de la Policía sino también desde el ojo académico, el Ministerio del Interior acudió a los antropólogos Marcelo Rossal y Ricardo Fraiman, quienes se encargaron de organizar recorridas por las calles malvinenses y de conversar con sus vecinos –los más ricos de Malvín sur, los pobres de Malvín Norte, los marginados de los asentamientos– para realizar un informe etnográfico de la violencia.
El documento de 165 páginas al que tuvo acceso El Observador –y que fue calificado de “modelo” en las reuniones de evaluación del Ministerio del Interior– fue encargado por la Dirección de Política Institucional y Planificación Estratégica del esa secretaría, y tuvo la colaboración del Ministerio de Desarrollo Social, la Anep y la Intendencia de Montevideo.
Los autores del estudio realizado entre octubre de 2007 y marzo de 2008 constataron que la “cohesión social” de Malvín “ya no se sostiene ni siquiera en el imaginario” de los uruguayos, y que en ese barrio la exclusión social ha ido generando un proceso “de estigmatización del otro”. La zona elegida para el estudio está desagregada en tres áreas: Malvín (clase media, media alta y alta en su frontera Este con Punta Gorda), Nuevo Malvín (clase media que se va fundiendo con el Buceo hacia el Oeste) y Malvín Norte (clase baja y marginados, salvo excepciones, que viven al norte de avenida Italia).

Gris: En Malvín Norte se levantan bloques de cemento donde los pobres rechazan a los marginados.

Vecinos conservadores

En Malvín Norte, entre casas bajas que subsisten de la época en que el barrio se llamaba De las Pajas o Las Canteras, fueron construidos grandes complejos habitacionales que, según el estudio, “configuran verdaderas islas con carácter excluyente”. “En otros tiempos los complejos Malvín Alto (Camino Carrasco e Hipólito Irigoyen) y Euskal Erría 70 (Hipólito Irigoyen) tenían éxito en sus estrategias de segregación respecto del resto del barrio”, dice el informe. Porque la gente de los blocks nunca aceptó a sus marginales vecinos de los asentamientos que crecieron alrededor.
En Euskal Erría amenazaron con dejar de pagarle al Banco Hipotecario si el gobierno insistía en alojar en los departamentos vacíos a las familias de un asentamiento de la Unión. “Hubo un planteo duro: no es vecino quien no paga las cargas impositivas correspondientes. En el asentamiento no hay vecinos. Hay gente que provoca problemas a los vecinos. El vecino como sujeto político es necesariamente conservador y particularista”, dice la investigación.

Aquellos cooperativistas

Pero en Malvín Norte se observa que, además de esas moles grises que comenzaron a crecer en los años de la dictadura, existen otros espacios con “mayor capacidad económica y mayor segregación”. Es el caso de la cooperativa de viviendas VICMAN (Camino Carrasco y Pirán) con escuela propia y habitantes veteranos de buen poder adquisitivo. “Logran el efecto seguridad deseado mediante una fuerte segregación del resto del barrio”, dice el estudio etnográfico.
Aquellas cooperativas de Fucvam impulsadas en la década de los 80 por simpatizantes de izquierda, se convirtieron en una especie de guetto: “En general las cooperativas intentan hoy cerrar sus límites al barrio. Algunas utilizan rejas, otras contratan seguridad privada o el servicio policial 222. De un ideario cooperativista abierto a la sociedad y que se mostraba como un ejemplo a imitar, se ha pasado a una realidad donde encontramos un claro adentro y afuera. Y el afuera, el barrio, la sociedad en general, se perciben como otro –en algunos casos monstruoso– del que habría que cuidarse”.

El 31


Lo que acontece en el liceo 31 es otro ejemplo de cómo ha cambiado la actitud de los vecinos del barrio ante la presencia de “extraños”. El liceo esta ubicado en 18 de diciembre y Pilcomayo –una de las zonas más costosas de Malvín– y hasta hace unos años era frecuentado por jóvenes de buen pasar que vivían en los alrededores. Ahora, un 60% de los alumnos pertenece a Malvín Norte. De ser un lugar que los vecinos cuidaban, el liceo 31 se transformó en un objeto de cuidado. Por ejemplo, en la década de los 80 un incendio destruyó buena parte de sus instalaciones y entonces los vecinos organizaron un espectáculo –donde se destacó el entonces malvinense Alfredo Zitarrosa– para juntar dinero y reparar lo perdido.
En 2006 ocurrió otro incendio, pero esa vez fue considerado como un mero hecho de violencia juvenil que provocó una reacción “atemorizada” de los vecinos y de los jerarcas del liceo quienes recurrieron al servicio 222 de la Policía. “El liceo termina erigiéndose como un intruso, cuando hace pocos años atrás era un reducto central del barrio, con los adolescentes de la zona integrados a él”, dice el estudio. La directora del liceo contó que recientemente fracasó una campaña para mejorar la biblioteca de la institución debido a que los vecinos ni siquiera le abrían las puertas de sus casas a los estudiantes que buscaban libros.
Entre otras conclusiones, los autores del estudio insisten en la existencia de una perniciosa cultura que permea a la sociedad. “La comunidad barrial en Montevideo parece provenir de la comunidad hispánica tradicional, la cual es excluyente per sé de todo aquel que no es vecino. Pareciera que cuando se le da estatus de sujeto político al vecino, se desplaza al ciudadano, con lo cual se vuelve varios siglos atrás. Se vuelve a la comunidad hispánica donde no existía el concepto de ciudadano y el sujeto de derechos era el vecino propietario”, dicen los antropólogos. Y culminan su informe con otra advertencia: “Con acreedores viejos y deudores jóvenes no tenemos futuro. Y aquí radica algo ominoso, por las implicancias que tiene la asignación de la monstruosidad en un futuro donde hay por delante dos cosas: o vivir a través de las generaciones venideras o esperar la inevitable muerte”.

Oscuro: Es el presente de los habitantes de los asentamientos irregulares a los que la rambla les queda muy lejos.

Unos roban, otros trafican

Entre tanta diferencia exacerbada, los delitos que cometen los habitantes de Malvín Sur y los de Malvín Norte no podían ser iguales. Los delincuentes del norte roban, arrebatan, rapiñan. En el sur, los jóvenes vinculados a delitos se dedican más que nada al tráfico de drogas en pequeñas o medianas cantidades, y además tienen quienes los defiendan. “Se trata de jóvenes que, trabajando en Europa en verano, traficaban drogas; o de pequeños suministradores de droga para los muchachos del barrio. Cuando son detenidos, y más aun cuando caen presos, algunos vecinos mueven redes para protegerlos y obtener su liberación”, dice el estudio que ofrece testimonios de algunos de esos ocasionales defensores de vecinos en problemas.

Una droga que avanza

La pasta base es mencionada en el estudio como la droga que está haciendo mayores estragos en las áreas más pobres de Malvín Norte. En la zona sur se prefiere la marihuana y la cocaína. Sin embargo, el consumo de la adictiva pasta base también crece rápidamente en las calles cercanas a la playa.

Adultos juveniles

“Malvín es un significante poderoso en la sociedad montevideana. Se asocia a la playa, a la juventud, al deporte. La asociación a la juventud no parece ser confirmada por los datos censales. Pero sí se trata de un barrio con mucha gente adulta de hábitos considerados juveniles. Malvín es el barrio de clase media por excelencia. En la zona sur se cumpliría el ideal de una sociedad integrada y policlasista, con vínculos intergeneracionales sanos”. (Extracto del informe presentado al Ministerio del Interior).

Las cifras que mandan

Malvín Norte tiene 2,4% de indigentes y 35,2% de pobres. Nuevo Malvín tiene 4% de pobres. En Malvín no hay pobres ni indigentes. En el quintil más alto de ingresos se ubica el 74,4% de la población de Malvín, 59,1% de Nuevo Malvín y 25,4% de Malvín Norte.

En cifras

25.000 habitantes hay en Malvín Sur
29.000 habitantes hay en Malvín Norte
120 denuncias de delitos hubo en diciembre de 2007 en la seccional 11 de Malvín y Malvín Nuevo
192 denuncias de delitos hubo en diciembre de 2007 en la seccional 15 de Malvín Norte.